En la antigüedad el corazón se consideraba asiento de
emociones, debido s su respuesta ante emociones intensas.
Los egipcios lo consideraban el asiento del alma; antiguas pinturas en tumbas muestran la comparación entre el peso del corazón del difunto con una pluma de avestruz. Si el corazón era más ligero estaba libre de impurezas de pecado y la persona junto con su corazón podía ir al más allá, pero si el corazón era más pesado que la pluma, sería devorado por demonios y la persona estaría condenada eternamente.
Los egipcios lo consideraban el asiento del alma; antiguas pinturas en tumbas muestran la comparación entre el peso del corazón del difunto con una pluma de avestruz. Si el corazón era más ligero estaba libre de impurezas de pecado y la persona junto con su corazón podía ir al más allá, pero si el corazón era más pesado que la pluma, sería devorado por demonios y la persona estaría condenada eternamente.
La cultura maya por su parte incluye relieves en estuco que
representan ritos religiosos donde se arrancaba el corazón palpitante del pecho
de la victima de sacrificio.
A pesar de la importancia que tenía este órgano en la antigüedad,
no se comprendía el funcionamiento del aparato, el simple hecho de que la
sangre fluyera en su interior no se tenía del todo claro, y se consideraba que
la hemorragia era como el agua que se filtra desde un cubo agujerado, pocos
pensadores sospecharon que la sangre debía fluir internamente pero pensaban que
era producida por el corazón o por el hígado y que únicamente realizaba un
viaje de ida a los tejidos donde era consumida.
El Flujo de la sangre.
En la Antigüedad, la visión del flujo sanguíneo era distinta
del de hoy en día.
Galeno en el siglo II d.C. observo que la sangre venosa y la
sangre arterial son distintas; propuso que la sangre venosa se originaba en el
hígado, mientras que la arterial se originaba en el corazón y desde los lugares
de producción, esta se movía hacia los órganos donde era consumida.
Esta creencia se mantuvo durante 1500 años hasta que el médico
inglés William Harvey utilizando las
matemáticas y la experimentación demostró que no funcionaba de esta manera;
primero calculo que el número de latidos por día era de 48 000 (la cifra real
es aprox. de 1000 000) y que el volumen movido con cada latido era de 5 ml (la cifra real es aprox. de 80 ml) demostrando,
a pesar de contar con cifras tan bajas,
que si el hígado y el corazón produjesen la sangre , tendrían que
fabricar 200 kg de sangre nueva cada día, haciendo evidente que Galeno estaba
equivocado.
Harvey diseño experimentos donde ató un torniquete en la
parte superior del brazo lo suficientemente fuerte para detener el flujo sanguíneo
en el brazo y observo que el miembro se tornaba frio y pálido y que al liberarse
se volvía rojo y caliente. Asociando esta observación Harvey observo ligeras
protuberancias en las venas y concluyo que estas eran las válvulas que su
maestro Fabricio había descubierto antes, Harvey trató de masajear la sangre a
la mano moviendo su dedo hacia abajo a lo lago de la vena siendo en vano; pero
aplicando la misma técnica hacia arriba vaciaba fácilmente la vena de su
contenido.
Harvey realizo este mismo experimento pero en las venas del
cuello obteniendo un resultado opuesto llegando a la conclusión correcta de que
las venas de todas las partes del cuerpo mueven la sangre hacia el corazón , y
que el corazón la bombea de vuelta sin llegar a entender como pasa la sangre de
las arterias a las venas.
Harvey anuncio sus descubrimientos en 1616, pero no se publicaron
hasta 1628, cuando imprimió “Exercitatio
Anatomica de Motu Cordis et Sanguinis in Animalibus” Un ejercicio anatómico sobre el movimiento del corazón y la
sangre en los animales.
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